En Poe nace la poesía moderna. Aquí nace el blog. La génesis no es el principio absoluto, es el inicio del viaje, que puede ser a partir del final. La maleta del Míster Poe estaba llena de matemáticas y de ironía. Hasta hoy, nadie sabe si lo decía porque era lo que pensaba o si era porque nadie nunca lo pensaría. Su “Filosofía de la Composición” fue lo peor que un poeta vanidoso como Coleridge se podría echar a la cara: el Míster P. nos contó lo que pasaba en los bastidores de su peculiar cabeza. Él excluyó toda la idea de “inspiración” que la poesía venía arrastrando desde los griegos con la invocación “Cántame, oh Musa, del varón de multiforme ingenio...”. El Míster P. se desentendió de la Musa. En el divorcio él dijo que ella ya no cantaba nada. Dijo que lo que escuchábamos eran las piezas del juego de ajedrez de su cerebro moviéndose, milimétricamente calculadas:
Filosofía de la Composición – Edgar Allan Poe
Poe defiende la génesis de una obra por su final, por lo que se quiere producir en el lector. Será la primera vez, en la literatura, que el lector asuma un papel protagonista en la misma creación. Ese paso cambiará por completo el rumbo de la producción, de la crítica y de la recepción de la obra.
E. A. Poe critica la vanidad de los artistas, sobretodo de los poetas, que, según él, “prefieren dejar creer a la gente que escriben gracias a una especie de sutil frenesí o de intuición extática” a revelar los pasos progresivos del proceso creativo. Dice, claramente, que su propósito consiste en “demostrar que ningún punto de la composición puede atribuirse a la intuición ni al azar; y que aquélla avanzó hacia su terminación, paso a paso, con la misma exactitud y la lógica rigurosa propias de un problema matemático”.
Nos revela, entonces, los pasos de la secuencia creativa de la composición de cualquier obra: en primer lugar, tendríamos que definir cual es el tema que se quiere tratar, después, el efecto que se quiere conseguir en el lector, luego, cuales serían los incidentes o los tonos que harían ese efecto factible, y por último, cómo hacer combinaciones de los incidentes entre sí para llegar al resultado deseado, al “objetivo” del poema:
TEMA – EFECTO DESEADO – INCIDENTES O TONOS – COMBINACIONES – EFECTO CONSEGUIDO
A parte de la teoría general, Poe también apunta a un tema que está intrínsecamente ligado al arte: la Belleza. Poe dice que “lo bello es el único ámbito legítimo de la poesía”. Defiende lo bello como el mayor efecto producible en el alma humana. Para él, el intelecto se satisfaría con la verdad, el corazón se excitaría con la pasión, y el alma con “la nube de belleza que es atmósfera y esencia de la poesía”. Con eso, él deja claro que, aunque la poesía sea el resultado racional de la creación, no puede estar al servicio de otra cosa que no sea la Belleza. Cualquier otra utilidad añadida al arte, sobra: la verdad, la política, la religión, nada importa en el ámbito estrictamente poético.
Hubo quien dudara de las verdaderas intenciones del Míster Poe: ¿estaría burlándose de todos, fingiendo un proceso matemáticamente elaborado, o estaría oponiéndose, claramente a Coleridge y su “creación espontánea” romántica? Eso no importa en absoluto. Siendo una u otra intención, o incluso ambas, sus consecuencias poéticas (sería más apropiado hablar de “efectos” poéticos) superan cualquier intención:
Míster Poe fue el primero de una familia poética, cuya descendencia llega hasta hoy. El primer descendiente fue nada menos que Baudelaire pasando por Mallarmé y Paul Valéry. Hubo también quien llevó esa idea a su terreno: poesía de propaganda política, poesía religiosa, quitándola del terreno del Míster, que era lo de la Belleza. La crítica igualmente cambió su rumbo a partir de ahí, la Estética de la Recepción en los años 60 y la Crítica Genética actual, son sólo dos ejemplos que descienden de él: la primera focaliza su atención en el lector, la segunda, totalmente en el proceso de creación del texto.
Ni siquiera su ajedrez cerebral, ni la maleta del Míster Poe han podido controlar totalmente el efecto que su obra sigue produciendo en sus lectores. Cojo mi maleta y sigo el viaje.
Condesa Lara
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