viernes, 6 de enero de 2012

MI PROSA DESNUDA


  

Escritos de la Ilustre Cuadrilla

Hoy, día de Reyes, tenemos el placer de regalarles el cuento Mi prosa desnuda de nuestro ilustre invitado y amigo, el duque Eduardo Martínez Rico, quien ya había pisado este Condado anteriormente con su artículo La imaginación.
Aprovechamos para informarles de que el próximo día 17 de enero de 2012 lo entrevistaremos en la Twitcam Aristocrática nº II. Pueden enviar sus preguntas para tan célebre caballero.
Es un placer tenerlo de nuevo por estos parajes.

 Les dejamos con él.
Condado de las Letras

MI PROSA DESNUDA

Ella vino a verme en su sombra de fuego. Sus piernas eran largas como las lianas de la selva. Su cuerpo se movía como una serpiente y yo era su presa. ¿Era rubia, era morena? Era rubia, sin duda, pero podría ser morena. Me recibía con las piernas abiertas, bien segura de que yo iría a ellas. Pero yo no era tan fácil, yo no era tan tonto. Recuerdo muy bien aquel día que la conocí, y cómo me llevó a su casa, su pisito de tía buena, cómo celebró mis libros, cómo celebró mis artículos. La recuerdo muy bien. Cómo desapareció, fue y volvió, el conjunto delicioso de ropa interior roto por unas únicas, frágiles y mínimas bragas. Llevaba un libro mío entre las manos. Se había pintado los labios, los de arriba. No había visto una tía más buena en mi puta vida. Pero no hizo nada.

Había leído el libro. Le había gustado. Eso decía. Cuánto trabajé en ese libro. Cuánta pasión, placer, puse en la documentación y la escritura de ese libro, tanto como frustración estoy poniendo en la escritura de este texto que camina hacia ti, princesa –por decir algo-, y no sé qué coño es.

Sí, había leído el libro. “Me ha hechizado, Jorge”, me dijo. Luego fue a la cama, se sentó delante de la cabecera y se puso a hojearlo, las piernas flexionadas, las piernas abiertas. Agradecí el gran trabajo de los editores y mi esmero en el esfuerzo de la prosa, prosa y verso, pues de todo hay en mi libro, ahora que mi “obra” descansaba entre las manos de la tía más buena que había visto en mi vida. ¿Por qué las tías buenas gustan de los escritores, los famosos y los poderosos? Suerte que tenemos los escritores, esos seres famélicos, es decir, por ejemplo, muertos de hambre, que nos movemos entre las palabras y las bragas de las mujeres. No, perdón, entre los sueños de los hombres y las mujeres.

“Me encanta, Jorge, me lo tienes que dedicar, cariño, que aún no me lo has dedicado.” Yo guardaba el silencio del cordero que va a al matadero. Sus piernas dibujaban un ángulo esperanzador y yo no podía evitar mirar la hendidura que sus braguitas, blancas y negras, pues de todo tenían, insinuaban, me insinuaban.

Ay, Dios, Dios, Dios. Ay, amor, amor. “Debo irme, preciosa, nos vemos cualquiera de estos días. Ya te dedico el libro el próximo día.”

“Pero me vas a dejar aquí tirada, con el frío que hace…” Y sonrió, de esa manera que sólo sonríen las tías buenas y juguetonas. Nunca me la había follado. Era la tía más buena que había visto en mi vida, y nunca me la había follado. Tampoco lo haría. Era diciembre, a punto de empezar el Año Nuevo. La calefacción estaba apagada, y ella estaba con mi segundo libro en las manos haciéndome el numerito de la admiración.

La dejé allí, sola, en la cama. No, perdón, sola, no. Acompañada por el calor de mi prosa, ya que no conocería el de mi cuerpo, la muy bandida, como diría mi abuela. Dios, cómo se puede estar tan buena. Y cómo se puede tener tanta fuerza de voluntad. Nadie lo comprendería, nadie lo entendería. Algunos me admirarán más allá  de las estrellas. Disfruta de mi libro, amor, que a mí no me lías.


Eduardo Martínez Rico

4 comentarios:

  1. Anda... ¿Y tú te llamas escritor, Eduardo M. R.? ¿Llamas prosa desnuda a la copia burda y sin gusto de Carver que haces? Cuánto farsante...

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  2. Pues a mí me parece un buen, buenísimo, texto. Con una voz lírica y ala vez directa. No estoy de acuerdo con tu comentario, anónimo

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  3. Ilustres lectores,

    Queremos dejar constancia de que en este Condado prima la libertad de expresión y de opinión, tanto es así que no filtramos ni censuramos ningún comentario, pero esto no debería servir de precedente para que algunas personas, agazapadas por el anonimato, usen tal libertad sin el debido respeto y educación.

    Siempre estaremos abiertos al diálogo y a las críticas, mientras que éstas sean constructivas.

    De igual modo, queremos dejar constancia de que nos hacemos responsables únicamente de los textos firmados por este Condado.

    Esperamos seguir siendo un espacio sano de creación, de divulgación y de discusión.

    Muchas gracias por vuestras lecturas.
    Un saludo aristocrático,
    Condado de las Letras

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  4. No os equivoquéis. Poner mi nombre me desenmascara a mí, pero no a los farsantes como este tipo que se dice escritor. Nunca falté el respeto a nadie. Farsante: "Que finge lo que no es o no siente", dice la RAE. Pues eso...

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