El año de la rubia de Jesús Nieto Jurado es una novela corta de 85 páginas, pero en la que se narra la experiencia de una vida entera. Bajo la clave metonímica de la parte por el todo encontramos la representación amplia de su significado: el año por la vida, y la rubia por todos los ideales frustrados e inalcanzables.
El año del título se condensa en un verano: un instante desmayado, una angustia en el bochorno de la siesta, sobre el que buscamos a deshoras un cosquilleo desvanecido en la arena. El verano es siempre una promesa: la de licores frescos, la de besos en las orillas del cuerpo, la de suicidios estivales. La rubia es toda la promesa del verano. La rubia es la única promesa de una vida tediosa cuyo paso está marcado por la caída rítmica del cabello y por los botellones a pie de plaza.
No obstante, hay veces que el verano no cumple lo que promete, como también hay veces que la vida atropella pasiones, destruyendo así el arrojo que bulle en los amaneceres de junio. La imagen de la rubia se había configurado como la única salvación posible para sesgar la tragedia cotidiana, y su conquista habría sido la consagración victoriosa de alguien acostumbrado a perder, habría sido la dilatación del estío más allá de sus límites. Pero el ideal de la rubia se desvanece con la primera brisa del otoño.
Como bien sabemos, la posesión del objeto mata el deseo. En El año de la rubia los objetos anhelados nunca se llegan a conseguir, son fracasos sucesivos que atrofian la realización ideal de uno mismo. Por ello, hay un rugido polvoriento en cada fragmento de la memoria. Además, el deseo está plasmado en la novela porque sigue vivo, porque no se ha poseído ningún objeto; es necesario este fracaso para que exista la obra. El año de la rubia es fruto estéril del deseo. El año de la rubia es toda una promesa.
Condado de las Letras
Magnífica crítica ;-)
ResponderEliminarLa verdad es que sí. La habéis clavado. Y sé de lo que os hablo, se puede decir que yo viví ese año.
ResponderEliminarBesos y abrazos aristocráticos.
Muchas gracias a los dos.
ResponderEliminarNos alegra que os haya gustado.
Un saludo aristocrático, Condado