Bruja sólo bocas
aúllas por toda la ciudad,
viertes cuatro gotas de tu saliva
en el embudo del veneno más espeso:
sangre.
Encuentras en la faz del misterio
el ojo más miedoso
y en las cosas más estériles,
el sudor de la muerte.
- Pídeme la vida y mis siete las tendrás –
te ruegan ochocientas rodillas
implorando sorber tus lágrimas, tus noches, tus miradas.
Sin saber que tu ojo es otro.
Ojo de acero: refleja, miente, muerde.
Tus bocas llenan el embudo que
desborda otra vez en el penúltimo día:
- Haya confusión de mares, lunas y espejos.
Y así es.
Todo ahora es sal y nada.
Tumbado,
un perro blanco lame sus siete heridas.
Condesa Lara
Estimada condesa. Me gusta mucho la sonoridad que le has dado al texto. Las rimas interiores, la repetición de estructuras y las sugerentes e irracionales construcciones dan un poema de una gran intensidad. Muy pasional.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con el chico que ha hecho el anterior comentario. Sólo quería deciros que escribí un relato en que cito versos de este poema. Si queréis verlo, está colgado en:
ResponderEliminarhttp://vivirdeloscuentos.blogspot.com/2011/11/grito-de-santiago-sevilla-vallejo.html